Felices los humildes y necesitados
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:3.
El cristianismo verdadero siempre es subversivo, contracultural por naturaleza. Implica una filosofía de vida y un sistema ético que siempre han ido en contra de los paradigmas humanos. No podía ser de otra manera, porque Jesús nos invita a rebelarnos contra nuestra naturaleza caída y el producto social que esta naturaleza ha generado en los seres humanos; a plantar batalla contra la naturaleza pecaminosa humana; a empezar a vivir de acuerdo con los valores y el sentir de un mundo superior, el mundo celestial, el Reino de los cielos.
En vez de decirnos: “Bienaventurados (felices, dichosos) los que se sienten fuertes por dentro; los que se bastan a sí mismos; los auto-suficientes; los que se han autodesarrollado lo suficiente como para no depender de nadie, ni siquiera de Dios; los que se sienten suficientemente justos y buenos”, Jesús nos dice: “Felices los pobres en espíritu”; es decir: felices los que reconocen su necesidad espiritual; los que sienten que necesitan ayuda externa; los que se saben y reconocen pecadores, y necesitados de misericordia, perdón y salvación; los que sienten que no pueden vivir sin Dios, sin su bendición, su ayuda y su redención.
Dios nada puede hacer para rescatarnos de la enfermedad mortal del pecado hasta que reconozcamos nuestra condición desvalida, nuestro problema espiritual, y nuestra necesidad y dependencia del amor de Dios, y de su poder para perdonarnos, sanarnos y transformarnos.
¿Sientes hoy que necesitas el perdón de Dios por causa de tus miserias morales, de tus caídas, de tus defectos de carácter, de la forma en que muchas veces te has dañado y herido a ti mismo, y a otros?
¿Sientes necesidad de ser purificado interiormente, en lo más profundo de tu corazón, de tus egoísmos, tus falsas motivaciones, tu impureza, tu falta de amor y solidaridad con el prójimo?
Si es así, lejos de desesperarte, y hundirte en la depresión y el fracaso por causa de tu condición, ¡alégrate! Porque es a enfermos del pecado como tú y como yo a quienes Jesús vino a rescatar: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos… Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mat. 9:12, 13).
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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