Lo más importante: conocer a Dios
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3.
Entonces, puede pensar alguno, lo que necesitamos es acumular información acerca de Dios, asegurarnos de retenerla en nuestra memoria, y con eso ¡ya nos aseguramos de conocer a Dios!
Sin embargo, en el concepto bíblico, a diferencia de otras cosmovisiones filosóficas, el conocer implica mucho más que un saber teórico, abstracto. Incluye un conocimiento íntimo, que tiene que ver con la experiencia y la relación estrecha, en este caso, con una persona: Dios. En Génesis 4:1, se nos dice que “conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz”. Obviamente, aquí no se trata de que Adán haya leído un tratado o una tesis doctoral sobe la persona de Eva, sino que está implícita la idea de una relación íntima, cuyo clímax es la relación sexual, que dio como resultado la procreación.
De igual modo, conocer a Dios implica más que acumular datos sobre él; tiene que ver con usar esos datos para relacionamos estrechamente con él, tener comunión con él, aprender a andar en sus caminos, y tratar de armonizar nuestro carácter y nuestra vida con su propio ser inefablemente bondadoso y santo. Sin la información bíblica, creamos en nuestra mente un Dios a nuestro gusto, a nuestra medida, en vez del Dios verdadero. Pero, solamente esa información, sin una relación viviente y estrecha con Dios, nos deja seco y árido el corazón, y no produce ninguna transformación espiritual.
Durante este mes, veremos algunas vislumbres de cómo Dios se revela a sí mismo en el Antiguo Testamento, por medio de su trato con sus hijos, seres de carne y hueso, falibles y pecadores, iguales que tú y yo. Y nos deleitaremos al contemplar la maravilla de su amor, su sabiduría y su poder. Verás, entonces, que la vida religiosa no consiste solamente en un sistema moral, en cumplir con ciertos deberes religiosos, sino que es fundamentalmente una relación personal e íntima nada menos que con el Creador del universo; la dichosa experiencia de sentirte amado por tu Padre celestial, y de amarlo a él por la grandeza de su amor y su bondad.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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