Esdras
Este Esdras llegó de Babilonia. Era un maestro muy versado en la ley que el Señor, Dios de Israel, le había dado a Moisés. Gozaba de la simpatía del rey, y el Señor su Dios estaba con él. Esdras 7:6.
El libro se podría llamar Zorobabel, en honor al primer líder de la reconstrucción del Templo de Jerusalén después de la esclavitud babilónica. Recién en el capítulo 7 aparece Esdras, personaje que le da su nombre al libro y que se presenta en la Biblia como alguien que se “había dedicado por completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus preceptos y sus normas a los israelitas” (Esd. 7:10).
Me parece estupendo poder presentar un ser humano con estas características. Es el tipo de líder completo, sin puntos débiles. Se dedica completamente a estudiar la ley de Dios. Pero no se conforma con la parte teórica de la religión, sino que se esfuerza absolutamente para ponerla en práctica; no se conforma con hacer personalmente las cosas bien, sino que busca –con todas sus fuerzas– enseñárselo a sus hermanos.
Existen algunas personas que son muy buenas en el estudio teórico de las cuestiones religiosas, pero no consiguen salir de los límites de la suposición, de las conjeturas, de la especulación. No creo que sea pecado, pero el mundo necesita mucho más que teorías.
La religión tiene que salir del mundo de las ideas para hacerse realidad diaria y constante en tu mundo práctico y en el de aquellos que te rodean. Dios no te preguntará qué opinas sobre alguna hipótesis teológica, sino que te pedirá cuentas por las veces que dejaste a tu hermano con hambre, con frío o sin un abrazo. La Ley de Dios no es un código teórico para discusiones filosóficas, sino una base concreta para la relación con nuestro Dios y la convivencia con nuestro prójimo.
El libro de Esdras se hace actual no solo por esta cuestión práctica, sino también porque nosotros necesitamos –al igual que el antiguo Israel– volver a la verdadera adoración a Dios. Hacerlo puede significar oposición de los vecinos, que se transforman en enemigos, en burladores y en obstáculos para tu intención de reforma. Sin embargo, recuerda que el Cielo recompensará la actitud correcta.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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